Distinguida por su calidad y la nobleza de sus ingredientes,
la sidra posee carácter y personalidad propia desde su origen,
la cual le ha permitido transitar un largo camino de respetuosa tradición.
Equilibrio perfecto entre dulzor y acidez.
Cuenta con una fresca fragancia con notas frutadas y pequeñas burbujas
que aumentan el disfrute de su sabor, haciendo de cada brindis una celebración para el paladar.